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Primero que todo:
Agradecimiento Absoluto y en Reverencia Total a mis AMAdos Upanishads (mis alumnos):
No sé si esto que brota pueda llamarse agradecimiento.
Porque cuando se ha sido tomado por la Fuente,
ya no hay un “yo” que agradezca...,
solo está el Canto que se da a través del No-Yo,
como el río que no elige fluir, pero aún así fecunda.
Y hoy, desde esta hermosa, sobrecogedora y sencilla soledad en que vivo, en la espesura prístina de Chiloé Salvaje,
rodeado de esa Presencia vegetal y antigua que resPIRA conmigo y en mí,
brota este gesto sin forma:
un inclinarme ante ustedes,
AMAdos Upanishads, tantos pero tantos
compañeros de ruta invisible, desde 1983.
Ustedes,
que no llegaron a aprender,
sino a recordar.
Ustedes,
que no buscaron respuestas,
sino que se entregaron al Misterio mismo,
aunque doliera.
Ustedes,
que han sostenido, con su presencia, su entrega, su fe sin pruebas,
esta Visión que me ha devorado por completo
y que jamás elegí,
pero que me eligió para vivir a través mío.
Han sido más que testigos.
Han sido raíz, viento, fuego y eco.
Han sido el Compost Sagrado donde esta flor sin nombre ha podido brotar.
Gracias.
No como formalidad,
sino como acto silencioso de reVERencia.
Gracias por haber confiado en mi manera de enseñar lo que no se puede enseñar.
Por no pedir mapa,
ni destino.
Gracias por haberme permitido ofrecerme en cuerpo, alma y acción,
a esta labor que no se dicta,
sino que se encarna.
Y también...,
quiero inclinarme con el mismo AMOR
ante aquellos que no lograron comprender mi trabajo. Los que se alejaron, confundidos, frustrados o dolidos.
Porque ellos también me han ayudado...,
como el viento frío que afina la llama.
Gracias a ellos,
he pulido mi entrega,
he purificado mis palabras,
he afinado mi capacidad de acompañar.
Y ha sido un misterio profundo VER cómo,
años después,
algunos de ellos regresan,
con el alma lista,
y el corazón abierto,
diciendo:
“Hoy entendí lo que me señalaste hace años...,
ahora sí estoy listo...,
ahora sí puedo entregarme humilde
a la Naturaleza..., y sin miedo.”
Y no guardo ninguna otra cosa sino gratitud.
Porque el Camino no es mío,
ni de ustedes,
ni de nadie.
Es del Silencio.
Es de la Tierra.
Es de Eso que no se puede indicar, ni decir.
Si algún mérito tengo,
es no haberme resistido a ser vaciado.
Si algún gozo me habita,
es poder vivir hoy rodeado de árboles, lluvia, viento, pudúes, zorros y caranchos,
consagrado a este único gesto:
SER.
Gracias, gracias, gracias...,
no por seguirme,
sino por seguir a Eso que nos llama hacia donde todos estamos yendo, Retornando a La Fuente, y nos vuelve a unir
en la única VERdad:
No eres un ego separado de la Naturaleza.
Eres la Naturaleza misma.
AMAR…, es VER.
Pratyán
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